A Colón le faltó de todo y perdió en Santa Fe
Una muy mala actuación, sin protagonismo, dejándose controlar el partido por un rival que lo llevó hacia el terreno que más le convenía, terminó con derrota 1 a 0 y una despedida con silbidos de la gente.
El peor partido. Por lejos. Si bien Colón no había tenido grandes actuaciones, ayudaban algunos resultados y momentos de algunos partidos. Por allí era la eficacia ofensiva o la solidez defensiva o la aparición de algunos de los jugadores de jerarquía que tiene el plantel. Pero faltaba fútbol. Y eso se profundizó en este partido para el olvido contra los jujeños, donde se falló en todo. Colón ni siquiera hizo uso y abuso de la condición de local, de jugar en una cancha muy buena y con el apoyo de su gente. En ningún momento asumió protagonismo. Y eso es algo que no se puede permitir bajo ningún punto de vista.
Salvo el pelotazo largo de Talpone para Bernardi, en una jugada que dejó un margen para la duda porque el volante sabalero fue desplazado desde atrás por un rival, haciéndole perder la estabilidad, el primer cuarto de hora tuvo a Gimnasia como protagonista, manejando la pelota y controlando el partido. Colón no encontraba la pelota, tenía problemas por el sector izquierdo con la dupla Camacho-López y era sorprendido en defensa con dos o tres remates de media distancia y pelotazos cruzados que complicaron.
Agustín Giménez quedó muy estacionado por izquierda, tratando de hacer el mismo trabajo de Jourdan por derecha. La diferencia la marcaba Jourdan porque lograba superar a un Endrizzi que se paraba de “3” cuando la pelota era de Colón e iba a la mitad de la cancha, pero no por afuera sino como volante interno, cuando el balón era propiedad de los jujeños, que asumieron la iniciativa del partido.
Dentro de un trámite anodino, muy cortado y sin jugadas de emoción, Colón tuvo sobre el final su chance: fue una jugada en la que se encontraron con esos espacios que no se supo generar en el resto de la etapa y Jourdan metió un centro atrás que Giménez, entrando por el medio, pifió aún teniendo tiempo suficiente para parar la pelota e intentar definir con mayor comodidad.

El 0 a 0 de ese primer tiempo fue la exacta definición: un partido con escasísimas emociones, con un Colón al que le costó una enormidad asumir la iniciativa y forzar el trámite a su favor, con un Gimnasia que tampoco hizo mucho pero lo suficiente para redondear un negocio que hasta ese momento le cerraba.
Nada seguía pasando en el complemento, hasta que a los 6 minutos se presentó el escenario más temido para un Colón con pocas luces futbolísticas. Iban 6 minutos cuando Molina encontró el espacio para recibir la pelota detrás de los volantes, tocó corto para Menéndez y éste le pegó al arco. La pelota alcanzó a rozar en un jugador de Colón, pero no tuvo una buena respuesta en Marcos Díaz que tiró el manotazo y no pudo desviar el balón.
A todo esto, se hizo alevosa la estrategia de cortar el juego y demorar que tuvo Gimnasia desde el principio del partido, incrementada a partir del 1 a 0. Todo esto, frente a la pasividad de un árbitro que no supo encarrilar la situación y al que le faltó muñeca para que el partido transite por el camino de la normalidad. Era segundos de juego y minutos de paráte, situación que lógicamente era provocada por la visita y sufrida por el local, con la complicidad de un árbitro sin personalidad.
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Colón era un manojo de nervios, de imprecisiones y sólo algo de Bernardi para encarar y provocar el desequilibrio. A todo esto, se abrían espacios para el contragolpe de los jujeños, que lo intentaron en un par de ocasiones. Para colmo de males, se lesionó Ortiz y hubo que apelar a la tercera ventana de cambios con la entrada de Gonzalo Bettini, para terminar de armar una línea de tres con un solo central y dos marcadores de punta.
Los diez minutos de adición que dio Carranza no le sirvieron para nada a Colón. Ya el equipo había entrado en un terreno de impotencia y nerviosismo que lo llevó a cometer errores inadmisibles y hasta sobre el final pudo haber sufrido Gimnasia tuvo un par de chances, una de ellas en una jugada muy dudosa donde pareció que a Quintana le cometieron una falta adentro del área que el árbitro ignoró.
La silbatina que despidió al equipo fue la clara reprobación para una actuación para el olvido. Fue el peor partido. No hubo nada para rescatar. Y además, una falta de actitud desde el inicio para hacerse cargo del protagonismo que en ningún momento tuvo durante 90 minutos que despiertan mucha preocupación.
Enrique Cruz-El Litoral
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