El Papa Francisco y San Lorenzo: una pasión eterna que llegó hasta el Vaticano
Desde su infancia en Buenos Aires hasta su pontificado en Roma, Jorge Bergoglio mantuvo intacto su amor por San Lorenzo. Su vínculo con el club fue profundo y sincero, convirtiéndose en un símbolo que lo humanizó ante el mundo y que marcó su vida para siempre.
La pasión de Jorge Mario Bergoglio por San Lorenzo comenzó en su niñez, en el barrio porteño de Flores. Hijo de Mario Bergoglio, ferroviario e hincha ferviente del "Ciclón", el pequeño Jorge creció con el club como parte de su identidad familiar.
Su padre lo llevó por primera vez al Viejo Gasómetro, en Avenida La Plata, y desde entonces el azulgrana se volvió una parte inseparable de su historia.
“Íbamos a la popular. Vi a San Lorenzo salir campeón en el ‘46. Me acuerdo de Farro, Pontoni y Martino, una delantera increíble”, recordó años más tarde, con emoción intacta por aquellos días de tribuna y alegría compartida.
El hincha que llegó al Vaticano
A pesar de que su vocación religiosa lo llevó por caminos muy distintos, Bergoglio jamás dejó de lado su amor por San Lorenzo. Como arzobispo de Buenos Aires seguía de cerca la campaña del equipo, y cuando en 2013 fue elegido Papa, el mundo conoció otra faceta suya: la del hincha orgulloso.
Las imágenes del flamante pontífice con el carnet de socio al día dieron la vuelta al mundo. San Lorenzo, con orgullo, viajó al Vaticano en agosto de ese mismo año para entregarle una camiseta con su nombre y el número 10. Francisco los recibió con calidez y humor: “Espero que sigan bien y que no sufran mucho los hinchas”.

La Copa Libertadores de 2014: promesa cumplida
Uno de los hitos más emotivos de este vínculo se dio en 2014, cuando San Lorenzo conquistó por primera vez en su historia la Copa Libertadores. Muchos hinchas lo vivieron como un hecho histórico —y hasta milagroso—: con un Papa azulgrana en Roma, el sueño continental se hizo realidad.
A las pocas semanas, una delegación del club viajó nuevamente al Vaticano para presentarle el trofeo. Francisco, sonriente, expresó: “Siempre supe que este día llegaría”, y destacó el esfuerzo del plantel. Para él, el club siempre fue más que fútbol: representaba valores, comunidad y memoria familiar.
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Más que un hincha: un símbolo del fútbol como puente humano
Francisco fue el primer Papa argentino, y también el primero con una pasión futbolera tan explícita. Su amor por San Lorenzo fue una constante que lo conectaba con sus raíces, un espacio de afectos genuinos y recuerdos imborrables.
Nunca utilizó su fanatismo de forma exagerada, pero tampoco lo ocultó. Al contrario: lo integró como parte de su mensaje, destacando al fútbol como un espacio de encuentro, respeto y cultura popular.
Con su fallecimiento, San Lorenzo pierde a su hincha más ilustre, pero su legado quedará grabado en cada camiseta con su nombre, en cada foto con el plantel, y en el corazón de miles de cuervos que lo sintieron como uno más en la tribuna, aunque desde Roma.
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