Pepe Mujica y su pasión por el fútbol: de respaldar a Suárez a sorprender a un club de ascenso
Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, quien falleció a los 89 años debido a un cáncer de esófago, dejó una huella en la política y en el corazón de los uruguayos, pero también en el mundo del fútbol.
José Mujica, ex presidente de Uruguay y figura emblemática de la política y la cultura del país, siempre demostró una cercanía inusual con la gente. Aunque su vida estuvo marcada por su visión de la justicia social y su actitud de vida austera, también dejó una marca en el mundo del fútbol, con episodios que lo vincularon con el deporte que apasiona a los uruguayos.Pero entre los muchos aspectos que definieron su identidad, hay uno que lo ancló siempre a sus orígenes: sin ser fanático, confesó su amor por el Club Atlético Cerro, el equipo del barrio obrero de Villa del Cerro, en Montevideo.
Uno de los momentos más recordados fue en 2014, cuando Luis Suárez, estrella de la selección uruguaya, fue sancionado por la FIFA tras morder al defensor italiano Giorgio Chiellini en el Mundial de Brasil. En medio de la polémica, Mujica, un hombre conocido por su cercanía con los temas que afectan a su gente, se mostró firme en su apoyo al delantero. En una clara muestra de su lado humano, Mujica no solo expresó públicamente su respaldo a Suárez, sino que también lo esperó en el aeropuerto, al regresar a Uruguay. En ese encuentro, le dio palabras de aliento, asegurándole que "todas las tormentas pasan". Suárez, visiblemente sorprendido y conmovido por el gesto, agradeció a Mujica por su apoyo en un momento tan difícil.
El ex presidente también criticó la dureza de la sanción de la FIFA, defendiendo al futbolista uruguayo y criticando a la organización internacional. En su discurso, Mujica defendió el derecho a la redención y la importancia de aprender de los errores, dejando claro que Suárez no debía cargar solo con el peso de la sanción.

Pero Mujica no solo mostró su apoyo en palabras; también lo hizo con gestos inesperados y sencillos. En 2012, durante su mandato, se produjo una de las anécdotas más entrañables y curiosas de su relación con el fútbol. Un día lluvioso en Paso de la Arena, una pequeña localidad en Uruguay, los jugadores del club Huracán entrenaban en su gimnasio, soñando con el ascenso a la Primera División. En ese momento, el vehículo presidencial, un "fusca celeste", pasó frente a la sede del club. Los jugadores se sorprendieron al ver a Pepe Mujica bajando del coche con una tapa de inodoro bajo el brazo, en su característico estilo simple.
Sin ningún tipo de protocolo o seguridad, Mujica se acercó al grupo de futbolistas y, tras una breve charla con el entrenador, Carlos Rodado, aceptó gustosamente la invitación para saludar a los jugadores. A medida que entró en la sede, los aplausos de los futbolistas resonaron. Mujica, sin pompa, compartió su visión sobre el esfuerzo y la importancia de tener objetivos claros en la vida. "Hay que salir adelante, trabajar mucho y tener los objetivos claros", les dijo. En un gesto que conmovió a todos, prometió regresar al club para celebrar con ellos "el asado" si lograban el ascenso.La visita se volvió viral, no solo por la humildad de Mujica, sino también por la cercanía y el afecto que demostró hacia los jugadores, quienes vieron en él a una figura genuina, cercana a la realidad del pueblo.
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El fútbol, para Mujica, no solo era una pasión, sino también una expresión de las tensiones sociales del mundo moderno. A pesar de su visión crítica hacia la comercialización del deporte, siempre reconoció la importancia de las gestas históricas que marcaron el alma del pueblo uruguayo, como el Maracanazo, el título mundial obtenido en 1950. Recientemente, Mujica recordó con emoción ese histórico triunfo, asegurando que nunca olvidaría la fiesta popular que desbordó las calles de Uruguay tras ese logro deportivo.
A lo largo de su vida, Mujica nunca dejó de opinar sobre el fútbol, aunque su mirada crítica apuntaba a la industria que rodea al deporte. En 2020, señaló que los sueldos de algunos futbolistas "ofenden" ante las desigualdades que existen en las sociedades. Sin embargo, subrayó que los jugadores no eran los responsables de esta situación, sino que eran una pieza más en un engranaje económico mucho mayor, que moviliza grandes sumas de dinero.
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