La historia del insólito asalto: se puso limón en la cara pensando que se hacía invisible y robó un banco
En 1995, McArthur Wheeler creyó que aplicarse jugo de limón en el rostro lo haría invisible a las cámaras de seguridad. Terminó preso y su caso dio origen al efecto Dunning-Kruger.
El 6 de enero de 1995, McArthur Wheeler, de 44 años, y su cómplice Clifton Johnson protagonizaron uno de los robos más absurdos de la historia criminal de Estados Unidos. Convencidos de que el jugo de limón aplicado en el rostro los haría invisibles para las cámaras, ingresaron armados a un banco en Pensilvania y cometieron el atraco a cara descubierta.
Wheeler, lejos de improvisar, había probado su "método" tomándose una selfie con una cámara Polaroid. La imagen salió en blanco, lo que interpretó como prueba de que el limón funcionaba como tinta invisible. Pero, en realidad, había apuntado mal la cámara o fallado el enfoque. La ilusión, sin embargo, lo llevó a confiar plenamente en su plan.
Las cámaras de seguridad del banco captaron sus rostros con total claridad, lo que facilitó su identificación. Johnson fue arrestado el 12 de enero y Wheeler, que había permanecido prófugo, fue detenido el 19 de abril.
El proceso judicial concluyó con Johnson declarando su culpabilidad y recibiendo una condena de cinco años de prisión tras colaborar con la investigación. Wheeler fue condenado a 24 años y medio, más tres años de libertad condicional, el 5 de enero de 1996.
Del absurdo a la ciencia: nace el efecto Dunning-Kruger
Lo que parecía una simple anécdota tragicómica trascendió lo policial. El psicólogo David Dunning, de la Universidad de Cornell, leyó la historia y decidió investigar el fenómeno. En 1999, junto a su colega Justin Kruger, publicó un artículo que daría lugar al efecto Dunning-Kruger: un sesgo cognitivo que describe cómo las personas con poca habilidad o conocimiento sobrestiman su competencia, mientras que los más capacitados tienden a subestimarse.
El caso Wheeler se convirtió en emblema de cómo la ignorancia puede generar exceso de confianza, y aún hoy se utiliza como ejemplo clásico en psicología, educación y liderazgo.
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