Adrián Sanmartino: "La Fábrica fue una obra faraónica, emblemática y no sé si en el futuro se pueda llegar a equiparar"
El referente de Metalúrgica MAS recordó su participación en la transformación de la antigua panificadora La Princesa en el boliche La Fábrica Disco, un ícono de la noche rafaelina.
Con emoción y orgullo, Adrián Sanmartino, titular de Metalúrgica Adrián Sanmartino (MAS), rememoró su experiencia como uno de los primeros en trabajar en la monumental obra de reconversión de la exfábrica La Princesa SA en el recordado boliche La Fábrica Disco, que marcó una época en la ciudad de Rafaela.
“Fuimos los primeros que empezamos a trabajar porque hubo que reformar una gran parte de los techos. Y bueno, fue un trabajo muy grande para nosotros, un recuerdo fantástico”, expresó Sanmartino ante el micrófono de este medio.

Una transformación a gran escala
La envergadura del proyecto superaba ampliamente lo que Rafaela estaba acostumbrada a ver en materia de entretenimiento nocturno. “Fue un boliche memorable, inolvidable, que dio que hablar muchísimo. Creo que marcó una época en Rafaela con el tema de la diversión”, aseguró.
Sanmartino destacó que, a diferencia de otros locales, La Fábrica ocupaba una cuadra entera, con una pista principal de más de 15 metros de altura. “Se había colgado una parrilla inmensa, algo de 10 por 20 metros, a 8 metros de altura, con infinidad de luces. La iluminación del boliche era fantástica”, describió.

Además, recordó sectores que eran inéditos en la región: “Había infinidad de barras, puentes, sectores de heladería, cafetería... Era algo único para Rafaela y la zona tener un tremendo boliche como fue La Fábrica”.
Trabajo contrarreloj y esfuerzo colectivo
La obra no solo fue ambiciosa, sino que también demandó una ejecución acelerada por la urgencia de abrir el local. “Fue un trabajo contrarreloj, porque era una obra muy grande. Ellos estaban enfocados en que, mientras más pasaba el tiempo para inaugurarlo, más pérdida de plata tenían”, explicó.
El proyecto involucró una gran cantidad de empresas de distintos rubros. “Empresas constructoras eran dos o tres; empresas metalúrgicas, muchísimas. Ahí habrá habido 10 empresas diferentes, además de las de iluminación, pintura…”, detalló.
Sanmartino valoró el clima de trabajo y la relación con quienes lideraban el proyecto: “Era como un objetivo inaugurarlo en una fecha, y uno ya lo había tomado como un desafío. La verdad, solo palabras de agradecimiento con los dueños, con la gente, con los encargados. Muy buen recuerdo”.
Una reliquia con historia panificadora
De hecho, el vínculo de “MAS” con la obra trasciende lo laboral. Sanmartino conserva en su taller una pieza del techo original desmontado de la fábrica: “Es un pequeño recuerdo que uno tiene como un souvenir. El techo que yo tengo puesto en el taller mío es parte de lo que se desmontó en La Fábrica. Lo tengo hace 30 años y ya habrá tenido otros 30 o 40 años anteriormente”.

Ese pedazo de historia todavía guarda las marcas de su origen industrial: “Están las marcas de lo que eran los hornos de La Princesa, donde se realizaban todo tipo de masitas, pan dulce... Ahí generaba hollín que se pegaba en el techo. Es un lindo recuerdo y un homenaje a una obra tan emblemática”.
Un fenómeno social y cultural
La Fábrica no solo fue una megaestructura, sino un fenómeno social que atrajo multitudes. “Venían colectivos de las poblaciones a la redonda, era una movida impresionante, de mucho movimiento, mucha gente, y muy reconocida a nivel provincial y nacional”, destacó Sanmartino.
“Fue algo que revolucionó. Por eso digo que es una obra faraónica, emblemática, y no sé si en el futuro se puede llegar a equiparar”, concluyó Adrián.
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