La pregunta que nadie se hizo en los 90: ¿cuánto costó construir La Fábrica Disco de Rafaela?
Una inversión descontrolada. Y una sola pregunta que quedó en el aire: ¿cuánto salió realmente construir La Fábrica Disco?
Un edificio puede desaparecer, pero hay estructuras que sobreviven al paso del tiempo en la memoria colectiva. El 11 de agosto de 2021, una noticia agitó la ciudad de Rafaela: comenzaba la demolición de una vieja mole de cemento sobre Avenida Santa Fe, entre Mosconi y Anduiza. Aquella postal, olvidada por muchos y recordada con nostalgia por otros tantos, tenía nombre: La Fábrica Disco.

Algunos autos frenaban frente a los escombros, otros solo desaceleraban lo justo para tomar una foto desde la ventanilla. No era solo ladrillo y hierro: ahí se habían vivido amores fugaces, amistades eternas, historias escondidas en baños, pistas y barras. Una generación entera bailó bajo esas luces.
En redes sociales y en los micrófonos de LT28, no se hablaba de otra cosa. ¿Por qué tanto revuelo por una demolición? Porque ahí, donde hoy no queda casi nada, latió la noche de Rafaela durante buena parte de los años 90.
Un proyecto que nació de la visión de tres esperancinos y se materializó gracias a la confianza del rafaelino “Cuchufla” Giovenalle. Un espacio que marcó un antes y un después en la movida nocturna de la región.

Dos pistas, varias barras, cafetería, heladería, un sistema de luces y sonido que pocos boliches en Argentina podían igualar, y una inauguración en 1990 que reunió a más de 10.000 personas. Sí, leíste bien: diez mil.
Pero… ¿cuánto salió construir semejante monstruo del entretenimiento? ¿Cuánto costó levantar ese ícono donde miles de jóvenes vivieron su primera salida, su primer beso o su último adiós a una época dorada?
Según confesó Coco Benz, uno de sus fundadores, en exclusiva para Radio Rafaela, el entusiasmo pudo más que el cálculo. Lo que empezó como un proyecto “medido” se convirtió en una inversión descomunal.
El número final fue tan imponente como su pista principal: 851.000 dólares.
Una cifra impactante para los 90. Pero tal vez no tan alta si se piensa en todo lo que se vivió dentro de esas paredes. Después de todo, hay lugares que no se construyen con dinero, sino con recuerdos.

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