Cabezas, siempre presente
A 28 años del asesinato de José Luis Cabezas, el crimen que conmocionó a la Argentina sigue haciéndonos reflexionar sobre los peligros del periodismo de investigación y del entramado de poder que intentó silenciar la verdad. El caso marcó un antes y un después en la lucha por la libertad de prensa y la justicia en el país.
El 25 de enero de 1997, el fotógrafo de la revista Noticias, José Luis Cabezas, fue brutalmente asesinado en una cava en General Madariaga.
Durante la madrugada, Cabezas fue secuestrado al salir de una fiesta en la casa en Pinamar del empresario Oscar Andreani. Fue golpeado, esposado y trasladado a un camino rural, donde fue ejecutado de un disparo en la cabeza. Luego, su cuerpo fue colocado dentro de un Ford Fiesta que fue incendiado para borrar evidencias.

La brutalidad del asesinato generó una inmediata conmoción nacional. La sociedad y los medios exigieron respuestas, mientras las primeras investigaciones apuntaban hacia un entramado de poder y venganza.
Cabezas había tomado la primera foto pública de Alfredo Yabrán, un empresario vinculado al poder político y económico, acusado de liderar un entramado de corrupción. “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”, había dicho Yabrán tiempo atrás. Esa imagen, publicada por Noticias, puso a Cabezas en la mira.
Quién era José Luis Cabezas
Nacido en Wilde, José Luis Cabezas era un fotógrafo reconocido por su talento y compromiso. Trabajaba en la revista Noticias, donde su lente capturó la esencia de los poderosos y los momentos clave de la política argentina. Era un profesional apasionado, comprometido con su labor de informar y denunciar.
Tenía 35 años y tres hijos cuando fue asesinado.

lfredo Yabrán, el hombre “fantasma”
Yabrán era un empresario ligado al transporte y la logística, con un inmenso poder económico y político. Aunque evitaba la exposición mediática, su nombre comenzó a circular por denuncias de lavado de dinero y corrupción. La foto de Cabezas desnudó su imagen pública y aceleró su caída.
“Sacarme una foto a mí es como pegarme un balazo en la frente”, le dijo Yabrán dos meses después del crimen, en una entrevista en Hora Clave.

Tras el asesinato, Yabrán fue apuntado como el autor intelectual del crimen. En 1998, ante el avance de la investigación, se suicidó en una estancia en Entre Ríos. Su muerte no borró las huellas de un sistema que buscaba protegerlo.
La foto
El nombre de Yabrán era público pero pocos le conocían el rostro al empresario. Ese verano del '96, José Luis Cabezas, junto a su compañero Gabriel Michi, tenían el dato de que Yabrán paraba en el balneario Marbella y que al empresario le gustaba caminar por la playa.
Lo esperaron durante varias horas en un balneario vecino, desde donde lo vieron caminar. Al verlo llegar, para evitar sospechas, Cabezas simuló que fotografiaba a Michi con su pareja, y a su propia esposa Ma. Cristina, posando.
La foto fue portada de la revista Noticias, bajo el título “Yabrán ataca de nuevo”.

El juicio y las condenas
El caso derivó en un juicio histórico que condenó a los responsables materiales e intelectuales del asesinato. Entre ellos, la banda de “Los Horneros” —exintegrantes de las fuerzas de seguridad— y Gregorio Ríos, jefe de seguridad de Yabrán.
De los cuatro integrantes de la banda de Los Horneros, Miguel Retana murió preso en 2001. El primero en beneficiarse con la reducción de la condena y el combo del 2×1 fue José Luis Auge, quien recuperó su libertad el 14 de diciembre de 2004. Gustavo González obtuvo la libertad condicional a fines de 2005 y cayó preso por una causa de narcotráfico. Horacio Braga se recibió de abogado y tiene puestos ambulantes de comida.
El autor material del crimen, Gustavo Prellezo se recibió de abogado en la cárcel, pero en noviembre de 2020, producto del reclamo de los familiares del fotógrafo asesinado, el Tribunal de Disciplina del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal resolvió excluirlo de la matrícula. En 2016 fue beneficiado con la libertad condicional. Gregorio Ríos, jefe de seguridad de Yabrán, en 2006 obtuvo la prisión domiciliaria y siete años después se le dio la pena por cumplida.

De los policías condenados por prestar apoyo logístico, Sergio Camaratta fue liberado en 2006, pero regresó a la cárcel en 2012,y murió tres años después. El excomisario de Pinamar Alberto Gómez, condenado a perpetua por haber liberado la zona, obtuvo en 2010 la prisión domiciliaria y, al año, la libertad asistida. En 2013 se le dio la pena por cumplida. El último en salir en 2017 fue el oficial Aníbal Luna.
De las ocho personas detenidas que participaron del macabro plan que le arrebató la vida a Cabezas, ninguno cumplió más de trece años en prisión.
Un reencuentro inesperado
En un hecho reciente que reavivó el dolor y la indignación, Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo asesinado, relató un encuentro fortuito que tuvo su hijo con uno de los asesinos de José Luis. Según contó Gladys, su hijo asistió a un recital en Baradero y, al acercarse a un puesto de comidas, fue atendido por Horacio Braga, integrante de “Los Horneros”, grupo condenado por el crimen en 1997.
Durante la conversación, Braga le confesó: “Yo fui uno de los que mató a Cabezas”. El joven, perplejo, respondió: “Era mi tío”. Este encuentro inesperado reabrió heridas en la familia y generó una profunda reflexión sobre la impunidad y las condenas en el país.

El sobrino relató que intentó mantener la calma pese al impacto emocional de las palabras. “Fue un momento de una carga simbólica muy fuerte. Estaba frente a alguien que había destruido a mi familia”, contó en entrevistas recientes. Este reencuentro puso nuevamente en evidencia la impunidad con la que muchos de los responsables han reintegrado sus vidas a la sociedad.
Cabezas… presente, hoy y siempre!
El caso Cabezas sigue siendo un emblema de la lucha por la libertad de expresión y contra la corrupción. Cada 25 de enero, periodistas y ciudadanos renuevan el pedido de memoria, verdad y justicia.
A Jose Luis lo mataron por su labor periodística, incomodó al poder y lo pagó con su vida.
Hoy, los culpables están libres mientras María Agustina, Juan y Candela, que hace 28 años tenían 6 años, 4 y apenas 6 meses respectivamente, intentan mantener vivo el recuerdo de su papá.
Jose Luis Cabezas, una herida que no deja de doler.

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