Duchas calientes y piel deshidratada: el error común que debés evitar en invierno

Durante el invierno, muchas personas ajustan sus hábitos para combatir el frío, pero descuidan uno fundamental: la salud de la piel. Si bien en verano el protector solar es parte de la rutina diaria, en la temporada invernal disminuye el uso de productos de cuidado y se incorporan prácticas que pueden resultar perjudiciales, especialmente en la ducha.

Las bajas temperaturas, el viento y el sol invernal continúan afectando la piel, aunque muchas veces pasen desapercibidos. A estos factores se suma la menor ingesta de agua, debido a que sentimos menos sed, lo que favorece aún más la deshidratación.

Sin embargo, un error frecuente puede estar en la rutina diaria de higiene: ducharse con agua muy caliente. Según explicó la dermatóloga María Marcos, “la combinación de agua a altas temperaturas con el uso excesivo de jabón y esponjas abrasivas elimina los lípidos naturales de la piel, dejándola seca y tirante”.

¿Cuál es la temperatura ideal del agua para la ducha?

Los expertos recomiendan que la temperatura del agua no supere los 38 °C. Lo ideal es mantenerla entre 36 °C y 38 °C, para conservar la barrera natural de la piel, relajar los músculos y favorecer la circulación. Además, se sugiere que la duración del baño no exceda los 10 minutos.

En el caso de los niños, cuya piel es más sensible, la temperatura ideal debe mantenerse entre 35 °C y 37 °C. El uso de agua muy caliente en menores puede generar lesiones cutáneas, mientras que el agua muy fría puede afectar el sistema inmunológico.

Recomendaciones para una piel saludable en invierno

• Evitá el agua muy caliente.
• Utilizá jabones suaves y humectantes.
• Limitá el tiempo bajo la ducha.
• Hidratá la piel después del baño con cremas adecuadas.
• Continuá con el uso de protector solar, incluso en días nublados.