Qué conservar y qué podar para cuidar tus plantas en el invierno
Aprendé a manejar correctamente las tijeras durante los meses fríos, identificando qué partes eliminar y cuáles mantener para asegurar un desarrollo saludable cuando regresen las temperaturas templadas.
Con la llegada del invierno, el jardín entra en una fase de reposo, pero eso no significa que no haya tareas por hacer. Entre las más importantes se encuentra la poda, una práctica clave para mantener sanas las plantas, controlar su crecimiento y preparar el terreno para un nuevo ciclo.
Sin embargo, no todo debe ser podado, y saber distinguir qué ramas cortar y cuáles dejar es fundamental para evitar daños y potenciar el desarrollo futuro. En Revista Nosotros te compartimos todos los detalles.
Por qué podar en invierno
El invierno es una de las mejores épocas para realizar podas estructurales en muchas especies. Con la mayoría de los árboles y arbustos en reposo vegetativo, es más fácil observar la arquitectura de las plantas sin el follaje que suele cubrirlas en otras estaciones. Esta visión clara permite identificar ramas secas, enfermas o cruzadas, así como corregir desequilibrios en la forma general.
Además, al estar el metabolismo de las plantas ralentizado por las bajas temperaturas, el estrés que genera el corte es menor y se reduce el riesgo de infecciones. Esto no significa que todas las plantas puedan o deban podarse durante el invierno, pero sí que es un momento ideal para intervenir en muchas especies leñosas, sobre todo las caducas.
Otro punto a favor es que al podar en esta época, se estimula una brotación más vigorosa en primavera, lo cual es especialmente útil para especies ornamentales y frutales. Sin embargo, una poda mal hecha puede frenar o desviar el crecimiento natural, por lo que es importante conocer qué ramas cortar y cuáles conservar.
Qué cortar: limpieza y estructura
Durante la poda invernal, el objetivo principal es limpiar y dar forma. Para ello, se deben eliminar las siguientes partes:
- Ramas secas o muertas: son fácilmente reconocibles por su color grisáceo, la ausencia de yemas o por su textura quebradiza. Quitarlas evita enfermedades y mejora la estética de la planta.
- Ramas enfermas o dañadas: aquellas que muestran señales de hongos, grietas o heridas deben ser retiradas para evitar que contagien a otras zonas.
- Ramas cruzadas o que crecen hacia el interior: estos crecimientos pueden generar roces, heridas o desorganizar la estructura general, impidiendo una buena ventilación y entrada de luz.
- Rebrotes: brotes muy verticales que surgen del tronco o de ramas principales, y que consumen mucha energía sin aportar estructura. Eliminarlos ayuda a redirigir la savia a las zonas productivas.
- Exceso de ramificación: en arbustos o frutales muy tupidos, conviene abrir la copa eliminando parte de las ramas internas para mejorar la circulación de aire y luz.
En el caso de los frutales, también se recomienda reducir ramas que hayan producido fruta en la temporada anterior, dejando espacio a las nuevas formaciones. Así se equilibra la producción y se evita el agotamiento del árbol.
Qué dejar: equilibrio y renovación
Tan importante como saber qué cortar es entender qué conservar. La poda no debe ser una eliminación masiva, sino una intervención estratégica que permita a la planta renovarse sin debilitarse. Por eso, es fundamental mantener:
- Ramas jóvenes bien orientadas: son las que formarán la estructura futura, especialmente si crecen hacia afuera o en forma equilibrada.
- Ramas con yemas saludables: son señales de vida activa y futura floración o fructificación.
- Ramas principales: salvo que estén dañadas, no deben eliminarse. Son el esqueleto de la planta y su guía estructural.
También es recomendable no podar especies que florecen en invierno o a inicios de la primavera, como las camelias o algunas variedades de hortensias, ya que la poda puede eliminar los brotes florales formados en la temporada anterior.
Herramientas limpias y cortes precisos
A la hora de podar, las herramientas deben estar bien afiladas y desinfectadas para evitar desgarros y la propagación de enfermedades. Los cortes deben ser limpios, en ángulo, y realizados justo por encima de una yema orientada hacia el exterior de la planta.
La poda invernal, bien aplicada, es una oportunidad para revitalizar el jardín y acompañar a las plantas en su transición hacia una nueva etapa. Con criterio y cuidado, se puede lograr un equilibrio entre belleza, salud y funcionalidad para disfrutar de un espacio verde armónico cuando vuelva el buen tiempo.
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